La consulta by Roger Martin du Gard

La consulta by Roger Martin du Gard

autor:Roger Martin du Gard [Martin du Gard, Roger]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1928-01-01T05:00:00+00:00


VIII

CUANDO salía a despedir al chiquillo, se sorprendió al ver sentada en la banqueta del recibimiento a Miss Mary, la inglesa de piel amelocotonada.

Se levantó cuando se acercó a ella, y lo acogió con una sonrisa silenciosa, larga y adorable; luego, con aire resuelto, le alargó un sobre azulado.

Esta actitud tan diferente de la reserva mostrada dos horas antes, esta mirada enigmática y decidida, despertaron en Antoine, sin que supiera a punto fijo la razón, la idea de una situación insólita.

Intrigado, permanecía de pie en el recibimiento y abría ya el sobre blasonado, cuando vio que la inglesa se dirigía espontáneamente hacia el gabinete, cuya puerta había quedado abierta. La siguió, mientras desdoblaba la carta.

«Mi querido doctor:

»Tengo que hacerle dos peticiones sin importancia, y para que no sean mal recibidas las confío al intermediario menos desagradable que he podido encontrar.

»Primera. Esta aturdida de Mary ha esperado la muy tonta a salir de su consulta para confesarme que no se encuentra bien desde hace algunos días y que estas últimas noches no ha podido dormir a causa de la tos. ¿Tendría usted la amabilidad de examinarla detenidamente y darle algunos consejos?

»Segunda. Tenemos en el campo un anciano guarda que sufre horriblemente a causa del reuma. En esta época es una verdadera tortura. Simón se ha compadecido del pobre viejo y le pone inyecciones calmantes. Siempre tenemos morfina en nuestro botiquín; pero las últimas crisis han agotado completamente nuestra provisión, y Simón me ha recomendado mucho que le lleve, lo que no es posible sin autorización de un médico. Esta tarde se me ha olvidado por completo hablarle acerca de esto. ¿Sería tan amable de entregar a mi seductora intermediaria una receta, a ser posible “renovable”, para que pueda obtener inmediatamente “cinco o seis docenas de ampollas de un centímetro cúbico”?

»Le agradezco por anticipado esta segunda petición. En cuanto a la primera, mi querido doctor, ¿quién de nosotros dos deberá dar las gracias? No creo que le falten clientes menos agradables para auscultar…

»Afectuosos saludos.

»ANNE-MARIE S. DE BATTAINCOURT.

»P. D.—Tal vez se pregunte usted por qué no recurre Simón al médico de allí. Es un hombre limitado y sectario, que vota siempre contra nosotros y que no nos perdona que le hayamos negado la clientela del castillo. De no ser así, no le hubiera molestado.

»A.»

Antoine había terminado su lectura, pero no levantó la cabeza. Su primer impulso había sido de irritación. ¿Por quién le tomaban? El segundo fue encontrar chusca la cosa y sentirse divertido.

Por haberlo probado él mismo, conocía el juego de los dos espejos que adornaban su gabinete. Tal y como estaba colocado, apoyado en la chimenea, podía ver a la inglesa, sin moverse, sin más que mover las pupilas bajo los párpados cerrados. Fue lo que hizo. Miss Mary estaba sentada un poco detrás de él, se quitaba los guantes, se había desabrochado el abrigo, descubierto el busto y miraba con distracción fingida cómo la puntera de su zapato chafaba la cenefa de una alfombra. Parecía, al mismo tiempo, intimidada y decidida.



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